La representacion a nivel de la corteza cerebral del territorio oro facial es mucho mayor que la de otras partes de nuestro cuerpo. Es por este motivo que la connotación que tiene para el paciente hacer una punción anestésica en este territorio es mayor, y para la mayoría de las personas es la causa del miedo y angustia cuando acuden al odontólogo.
Desde el minuto en que el paciente entra a la consulta es posible aplacar su angustia llevándolo a otro plano mediante una conversación relajada y amistosa, en un entorno grato y equilibrado. En el momento de colocar la anestesia debemos actuar rápido y con decisión y no darle tiempo de acumular más angustia de la que trae.
Si analizamos la técnica anestésica dental común, existen dos momentos en que se puede sentir dolor, estos son en la punción y cuando el líquido anestésico ingresa a los tejidos. Lograr una técnica anestésica indolora es posible si se siguen algunos protocolos simples de aplicar.
Dependiendo del lugar en que se hará la punción podemos realizar alguna técnica distractiva como presión o tracción. Por ejemplo, si queremos infiltrar la zona de los incisivos superiores acercaremos la aguja a unos 2 a 3 mm de la mucosa y luego realizamos una tracción rápida del labio de tal forma de llevar el labio a la aguja y no al revés. Con esto conseguiremos “engañar” a nuestro cerebro ya que en el instante de la punción estará ocupado interpretando la sensación de tracción sobre el labio.
Otros dos puntos muy importante a tener en cuenta para disminuir el dolor son la temperatura del líquido anestésico y la velocidad con que se inyecta.
En Grecodent la anestesia se coloca a 37°C es decir a la misma temperatura corporal por lo que junto a una velocidad de infiltración lenta hacen de este procedimiento algo casi imperceptible.
Dr. Santiago Depolo Tissavak