Aún no hay certeza sobre el mecanismo de su aparición. Se describen como una reacción inflamatoria autoinmune. Es como si el propio organismo desconociera las células de una parte de nuestra boca y las atacara produciendo esas pequeñas o grandes; únicas o múltiples erosiones blanquecinas rodeadas por una zona enrojecida por cierto, tremendamente incómodas y dolorosas; que pueden aparecer en cualquier parte de nuestra boca: lengua, paladar duro, faringe, encía, mejillas o labios.
Se han reconocido diversos factores detonantes o que gatillan este proceso, entre ellos están los cambios hormonales, la falta de algunas vitaminas, el estrés, la deshidratación, los microtraumas en la mucosa oral o pequeñas heridas, incluso alergias alimentarias a paltas, nueces, quesos, tomates, trigo, y muchas otras posibilidades. De aquí la importancia de correlacionar la aparición de las aftas con la ingesta de algún alimento en particular. Las aftas no son contagiosas, y no se transmiten de una persona a otra por compartir alimentos o por besar.
En contados casos también guardan relación con la aparición de algunas enfermedades sistémicas como infección por virus, lupus, enfermedad celíaca, entre otras, pero son muy poco frecuentes. Las aftas no producen fiebre y tienden a ser recurrentes aunque si esto ocurre frecuentemente como lo sería una vez al mes es aconsejable indagar la presencia de alguna de estas enfermedades sistémicas.
En general y debido a las múltiples causas que las pueden gatillar, no las podemos prevenir. Aparecen espontáneamente y siguen una evolución de 1 semana a 10 días y luego desaparecen tan rápido como aparecieron sin dejar cicatriz. Es poco lo que podemos hacer para acelerar el proceso o eliminarlas, pero si podemos tratar sus síntomas y procurar los cuidados para una evolución más llevadera y sin
complicaciones.
Durante el tiempo que esté el afta hay que procurar una muy buena higiene oral con cepillo suave, evitar los alimentos ásperos, ácidos e irritantes y se puede usar un enjuague de agua tibia con bicarbonato (una cucharadita por una taza de agua) unas 4 veces diarias. Aplicar hielo directamente ayuda a aliviar los síntomas. El consumo regular de alimentos probióticos ayudaría a evitar nuevas apariciones.
Si las aftas aparecen con mucha frecuencia (1 vez al mes o más), perduran más de 3 semanas o se acompañan de fiebre u otra alteración sistémica se requiere de evaluación médica.